Siglos XVII y XVIII en Cabeza del Buey (2ª Parte)
...
El 20 de septiembre de 1748 contestaba el Papa Benedicto XIV con su cuarto quirógrafo “firmado de su mano santísima”, ratificando las anteriores y declarando que en ellos se comprendía la facultad, no solo de enajenar la Real Dehesa de la Serena, sino otras cualesquiera Dehesas de las Órdenes de Santiago, Alcántara, Calatrava. Y deseando S.M. el Reinante proceder a la enajenación de las Dehesas sin el menor escrúpulo, y asegurar mas bien la perpetuidad a los compradores, lo manifestó así en súplica posteriormente s S.S. Alegaba que en ni obstante haber cesado la guerra de América que sostenía la corona contra los infieles, que fue el objeto y principalísimo fin para lo que se concedió a Felipe V la gracia y facultad de enajenar la Real Dehesa de la Serena, se sirviese su Santidad de asistir a que se continuasen las ventas de todas las posesiones de las Órdenes Militares, a fin de emplear su producto, no sólo en el pago de todas las deudas derivadas de la guerra sostenida, sino también de reparar en la de América las fortificaciones y las armadas, en defensa de la Santa Religión, de los futuros insultos y también para redimir las cargas de las mesas maestrales.
El 25 de marzo de 1751 S.S. enviaba otro quirógrafo con el cual ratificaba todos los contratos de enajenación y ampliaba la facultad y gracia para que continuaran vendiendo. Y, posteriormente, por otro escrito de 7 de Noviembre de 1754. S.S. se sirvió habilitar al Conde Cerbini, internuncio es España, para la aprobación de todos los contratos realizados, y, en consecuencia, de todo lo realizado y expuesto con S.M.
Muchos e importantes sucesos habían ocurrido mientras se llevaban a cabo estos manejos. Los pueblos de la Serena habían nombrado al escribano y secretario del Concejo de Cabeza del Buey, para que don Pedro Antonio Sánchez Dávila, los representase, designándole apoderado para realizar el traspaso y cesión a favor de S.M., de la acción o posesión que tenían a pastar los vecinos en los 102 millares del ancho y baldío de la Real Dehesa de la Serena, desde el 15 de marzo al 29 de septiembre de cada año. Desde este día hasta el de San Lucas (18 de Octubre), pagando sólo el derecho de yantar y aguas a la mesa maestral, de forma que quedaron los invernaderos cerrados al 15 de abril de cada año. Esta escritura la aprobó S.M. por Decreto el 20 de abril de 1744. Tal negociación la llevaron a cabo el susodicho secretario Señor Sánchez Dávila y el Cardenal Molina, en Auto que este proveyó en 13 de marzo de 1744.
Cabeza del Buey defendió su derecho de propiedad sobre los 18 quintos concedidos por el Maestre Yánez, cuando su fundación como villa. Ganó el juicio, siéndoles reconocidos como propios de la villa por Felipe V en el año 1730. Los propios los formaban los terrenos situados al Norte de la villa, hasta la Dehesa del Tomilloso.
El señor Dávila consiguió para los pueblos de Real Dehesa los llamados “Tercios de la Serena”, estos tercios habían de ser disfrutados por las villas, en reserva para los ganaderos y a un precio fijado para las invernadas. El cupo de asignación lo constituían 81.119 cabezas de cuerda, de las cuales a Cabeza del Buey le correspondían 31.545, a Esparragosa de Lares 4.500, etc. Y así, a cada pueblo una cantidad de terreno proporcional a su censo de ganado.
De esta manera, se protegió de las invernadas de los ganaderos trashumantes mesteños a los ganaderos estantes locales, garantizando también a estos últimos los pastos del invierno y los necesarios agostaderos del largo estío. Aquí radica el secreto, según nuestro criterio, del posterior desarrollo de Cabeza del Buey: para participar en estos derechos había que ser vecino y residir en la villa. Y los vecinos defendieron estos derechos contra el intrusismo forastero; ninguna finca en arriendo ganadero podía recargarse con más reses que las que llevaran a mediados de abril, con el objeto de no esquilmar los agostaderos que serian después disfrutados por los ganaderos locales.
La vida histórica-social de Cabeza del Buey, como dijimos transcurría paralela al devenir de la Mesta. Así, cuando en España se empezó a gravar la exportación de la lana, con el objeto de favorecer la industria y el consumo interior, se creo una importante industria textil en esta comarca, con el fin de transformar “in situ” la enorme riqueza potencial; y ningún lugar más adecuado que Cabeza del Buey, verdadera estación ganadera de extremos, con un censo de ganado lanar de mas de 80.000 cabezas, y asiento de hermanos de la Mesta. Como dato ilustrativo exponemos que sólo los mesteños religiosos (convento sobre todo) llevaban en la Serena cerca de 50.000 Cabezas, de las que al Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial le correspondían un 90%, según indica el catastro que confeccionara es este siglo XVIII el Marqués de la Ensenada. Y no es aventurado pensar que los religiosos trataran de asegurar la materia prima para su consumo; he averiguado de mis antepasados, que aquí se producía el caño para hábitos, destinados a todos los conventos de España, y bien pudiera haber ocurrido así, que el propio Monasterio del Escorial impulsara esta industria de paños que tanta fama diera a Cabeza del Buey.
Cuando el magistrado Cubeles viajó por estas tierras, quedó sorprendido de encontrar en tal parte este tipo de industria. Dice así: de especial consideración, en este aspecto que nos ocupa, es la fabricación de paños, importantísima industria, por lo rara en esta parte de Extremadura, por el número de personas empleadas y por el pingüe provecho que rinde con el comercio de ganado y tintes. En el libro de Acuerdos del Archivo Municipal de 1712 a 1724, consta que ocupaba (Mano de obra) en grado superlativo a las demás del reino. Hoy (1791) existe una fabrica de paños veinticuatro, es decir, de aquellos cuya urdidumbre consta de veinticuatro centenares de hilos y cuatro talleres de tinte. Pero se encuentra en franca decadencia y deterioro, debido al exceso y abuso de dueños y obreros en las operaciones y maniobras, calidad de los paños y tinturas utilizadas. De lo cual tiene bastante culpa el juez encargado de vigilarlos, por omitir las medidas oportunas, pretextando no querer enemistarse con los fabricantes, y por otra parte, el gobernador del partido, quien nombra anualmente a dicho juez, éste a mucha distancia para corregir los defectos. Después de Villanueva es la mayor población del partido. Tiene 1.020 Vecinos (unos 5.100 Habitantes); de ellos, 30 sacerdotes, un familiar de la inquisición, 20 monjas, 70 granjeros labradores, 50 puros labradores y hortelanos, 200 fabricantes de paños y bayetas (ataneros, tundidores, tejedores prenseros), 400 pastores, 220 jornaleros, 28 artistas, 20 panaderos y 8 barberos y sangradores….; ingresos del ayuntamiento: 36.500 reales anuales, producidos por la Dehesa Boyal, de un millar de fanegas, el chaparral, de la misma extensión y los ejidos, de siete millares y medio.
Otra faceta característica de este siglo es la cría de ganado yegüerizo para el ejército, a la que estaba destinada la Dehesa “El chaparral”. Ya previamente dicha finca fue arrendada al conde de Villalterna, en trece mil reales y por tiempo de seis años, con la condición de que descuajara cada año una porción de la Dehesa, para que al cabo del tiempo contratado quedare limpia de mata parda, a fin de evitar la cría de alimañas, perjudiciales para el ganado. La doma de los potros se efectuaba en los terrenos de junta a la casa de los Marqueses de la Vega, por lo que, terminado el picadero, a estos potros se les daba una carrera hasta el descansadero de la Aguaneva. La calle que posteriormente se forma en el camino llevaba el nombre de la Carrera hasta que con posterioridad le fue cambiada por el de calle Belén.
Durante este periodo recibió gran impulso la romería al Santuario de Ntra. Señora de Belén, patrona de la villa. El Ayuntamiento, como patrono, organizaba la traída al pueblo y costeaba una fiesta popular en tal día (27 de septiembre). En el ayuntamiento se conserva un manuscrito que refleja fielmente las cuentas de estos gastos de 1723, etc. Tomados por don Joaquín M. de la Mata en 1926.
Con posterioridad a 1734 ocupaba el cargo de Regidor Perpetuo de la villa, el Caballero de Alcántara don Francisco Antonio de Gante Berrio-Becerra, casado con doña Maria Antonia Salcedo San Miguel Rol y Palomeque, heredera de los ricos mayorazgos de este linaje, donde vinculaban el cargo de Alféreces Mayores de esta villa, Cabeza del Buey y otros lugares de Extremadura y Soria. Esta señora aportó la casa de Cabeza del Buey, y a ella se traslado el matrimonio. Era originaria de Soria, como los Gante…, y lejanamente emparentada con ellos. En 1751 nació en Cabeza del Buey su sucesor, don Antonio de Gante Salcedo, que sucedió a su padre. Con ellos, esta villa conoció el mayor esplendor, coincidiendo con el reinado de Carlos III. Según reza una piedra circular del muro de la charca pública sita en el Quintillo, lindando al chaparral: “Esta obra se hizo a costa de esta villa, siendo regidor de ella, don Antonio de Gante, en el año de 1749”.
Según documentos conservados en el ayuntamiento, de 1757 a 1761, el concejo arrendaba en subastas públicas, que duraban diez días, las fincas propias: Cumbre Marina, Cabezuela, Casar de Carrillo, Ahijón, Yánez, Guijo, Gallego, Entrecercas, Toril de Lebreles, Lirio, Gamonosa, Vetta, Cabezarrubias, Encerraderos, Cercón de Lebreles, La Dehesa Boyal y los Millares del Villaroa, Sierra y Morra.
También arrendaba el concejo la “Encomienda que goza el serenísimo infante don Luis, o sea, la encomienda de Almorchón, compuesta por los siguientes Quintos: Casa Tejada, Hatto Quedo, El Mesto, Gavilanes, Vaquerizo y Cortijo Viejo, Enjambradero, Martotas, Campillo y Estaquillas, Castillo, Mariblanca y Fuente de la Zarza, Pedro Martín Lanchuelas, y también las fincas del convento de monjas.
Durante los días que duraba la subasta, el secretario del concejo leía las pujas a la hora del mercado, y al décimo día, las tierras eran definitivamente adjudicadas al mejor postor.
En 1781 moría el infante don Luis Antonio de Borbón y la Encomienda de Almorchón fue vendida al duque de Medinaceli. Le sucedió como comendador su sobrino, el infante Carlos Isidro de Borbón.
En 1786, de la ganadería de los condes de Bornos y concretamente de la Dehesa del Tomilloso, se seleccionaron 300 reses de todos los millares, para ser transportadas a Australia, de estas ovejas merinas de la Serena, concretamente del término de Cabeza del Buey, descienden los mas de 200 millones de cabezas que hoy pueblan las extensas granjas australianas.
En otros escritos que obran en el Ayuntamiento, podemos leer, que en 1773, esta villa, como pueblo que era de más de mil vecinos, contaba con una asignación de 300 escudos, según disponían las leyes del reino, para pagar un preceptor de Gramática; y considerando la insuficiencia de tal asignación, el Concejo solicitaba se le concediese otra cátedra, por la gran concurrencia de estudiantes de los pueblos comarcanos: Santi-Spiritus, Esparragosa de Lares, Castuera, Malpartida, Zalamea, Esparragosa de la Serena, Monterrubio y Benquerencia, todos de la Orden de Alcántara.
D. Basilio López Moreno, hijo de esta villa, según testamento fechado en 7 de Marzo de 1715, legó su capital al hospital de Santa Elena. Con esta donación se aumentaba el patrimonio de nuestra institución benéfica, que junto con la primitiva donación de su fundadora, Doña Mencía Álvarez, hoy esta constituido por las siguientes fincas: el edificio, sito en la calle del Hospital, más tierras de cereal en Arroyo, Las Loberas, La Venta, Cerra Chichones, Puerto de la Venta y Rinconcillo
En el siguiente siglo XIX, siendo administradora de dicho hospital D. Domingo Balmaceda y Gómez-Bravo, redactó un reglamento de la junta administrativa del Hospital de Santa Elena (imprenta de José Atienza- Salamanca, 1859). La capilla del Hospital, que se había reconstruido en 1655, fue reedificada en 1729.
Datos extraidos del libro "Historia de Cabeza del Buey"